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Rafael y el Cardenal

Rafael ha sido siempre reconocido como uno de los más grandes artistas del renacimiento Italiano, en su corta vida, de apenas 37 años, demostró su talento como pintor, diseñador y arquitecto, y trabajó para dos de los mayores mecenas de su tiempo, los papas Julio II y León X. Su padre, Giovanni Santi, fue pintor y poeta en la corte de los Montefeltro en Urbino, la ciudad de origen de Rafael, y aunque falleció cuando su hijo aún no contaba doce años (en agosto de 1494), fue él quién lo introdujo a la pintura. como poeta, Rafael fue también reconocido, siendo la sensibilidad con que abordó los temas de sus pinturas una de sus marcas clave. Pero debido a su muerte prematura, su maestro realmente no fue su padre, sino Pietro Perugino, un destacado pintor de la etapa transitoria previa al renacimiento. Rafael ejecutó sus primeras pinturas independientes en Urbino y otras localidades de Perugia y Città di Castello entre 1500 y 1507, y todas ostentan la huella del estilo de Perugino. A finales de 1508 o comienzos de 1509 fue llamado a Roma por Julio II, para trabajar, junto con Perugino, Lotto, Sodoma y otros, en la redecoración de las salas del palacio del Vaticano ahora conocidas como stanze. Aunque inicialmente este era un proyecto en un equipo, Rafael no tardó en asumir la responsabilidad de todo el conjunto, y el proyecto le tuvo ocupado hasta su muerte en 1520, el mismo día de su cumpleaños 37, su cadáver fue velado en el Vaticano al pie de su última obra maestra, La Transfiguración.

Una de sus obras más interesantes es el retrato de un cardenal anónimo y es quizá la más bella de las pinturas de Rafael que posee el Museo del Prado. Se encuentra todavía sobre su soporte de tabla original y en óptimo estado de conservación, siendo una obra pintada enteramente por Rafael, características poco comunes entre las pinturas de Sanzio, quien se apoyaba ampliamente en sus ayudantes. Por otra parte muchas de sus obras fueron despojadas de la tabla original para ponerlas en lienzo cuando estuvieron en París (hacia 1813, llevadas por el régimen napoleónico). Irónicamente, El cardenal se libró de esa suerte porque la autoría de Rafael, hoy universalmente aceptada, no se conocía por entonces, pues se creía que la obra era de Antonio Moro y la imagen del cardenal Antonio Perrenot de Granvela, esto debido a la inscripción que lleva en el reverso: “Cardenal Grambeli e tiempo Carlos. V./Pigt. a Antonio Moro”. El primero en atribuirle la autoría a Rafael, que hoy nadie discute, fue Luis Eusebi en 1828. En cuestión de técnica, esta es una de las mejores pinturas del artista, en la que el fondo neutro (aparentemente una cortina o colgadura verde oscura) concentra la atención en el modelo, de tamaño algo mayor que el natural, cuya figura forma un triángulo cercano al plano pictórico. La gama de color no es amplia pero sí muy vibrante, y está aplicada con claridad y habilidad extraordinarias.


Diogenes (@Diogenes_Sino_P), y

Anónimo


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